Personas Especiales

APOYAR POSITIVAMENTE, NO COMPADECERSE.

En primer lugar, yo no me considero un enfermo mental; simplemente tuve un problema y ya es historia. Por lo que me niego a llamar a mis compañeros: enfermos mentales. Los llamaré personas especiales, primero porque son muy especiales para mí y segundo porque necesitan una atención especial.

Uno de los problemas que tenemos y hablo desde mi experiencia con mi propia familia. No es que no quieren ayudarnos, es que no saben cómo hacerlo de una manera efectiva.

A mí todavía hay algunos de mi familia que me tratan como un enfermo mental, aunque tenga la mente mucho más lúcida que ellos, sea más inteligente que ellos, mi expediente académico lo demuestra y esté mucho mejor físicamente que ellos, Sí, así pensaban y piensan algunos de mí; a José Antonio no se le puede decir esto porque está malo de los nervios, no puede hacer esto porque está malo de los nervios, hay que perdonarlo porque está malo de los nervios, hay que cuidarlo porque está malo de los nervios. Y el cerebro es tan obediente que se lo cree todo, y así de esa manera nunca hubiese podido hacer una maratón ni otros retos o metas de las que he sido capaz “porque estoy malo de los nervios”.

He tenido la inmensa suerte de encontrar un grupo de amigos con mucha cultura que me han dicho: ¿tú eres un enfermo mental? ¡Qué va, tú sólo has tenido un problema y ya lo has superado, tú no eres menos que nadie, tú eres muy capaz, tú eres un maquina!, y el cerebro que es muy obediente, empieza a funcionar positivamente, sube la autoestima que es lo que más necesitamos las personas especiales y en especial las depresivas. Y todo me funciona mejor.

En cuanto a la discriminación social, tengo que decir que sí, existe, pero los que nos discriminan, es por ignorancia y falta de cultura. Y muchas veces nos discriminamos nosotros mismos con nuestros pensamientos negativos antes de que suceda eso que tememos. ¿Cuántas veces nos hemos dicho, yo a esa reunión no voy porque como soy un enfermo mental, se van a reír de mí, y lo más probable es que no suceda pero, no vamos, y nos hemos discriminado nosotros, no ellos.

SI TE DOY UN PEZ, COMERÁS HOY, SI TE ENSEÑO A PESCAR, COMERÁS TODOS LOS DÍAS.

El cerebro humano es capaz de sintetizar todos los principios activos (capacidad curativa de un medicamento) que existen en la naturaleza, solo hay que buscar la manera de acceder a esa farmacia interna que todos poseemos. Esto es lo que se llama efecto placebo. Esa es la primera medicina a la que recurro, si esa me falla suelo recurrir a las medicinas alternativas o también llamadas naturales como: naturopatía, homeopatía, Yoga, Taichí etc. También recurro a la carrera de fondo para que una droga natural que producimos con el ejercicio físico llamada endorfinas me alivien mis depresiones, y el último recurso es: “la pastillita” o sea la medicina química por el numero de efectos secundarios adversos que tiene porque soy de los que piensan que a este sistema dominado por las empresas multinacionales farmacéuticas, les interesa tener muchos enfermos para que consuman muchas medicinas y así su lucrativo negocio seguirá incrementándose.

Como vicepresidente de la asociación y como la práctica del Taichí me ha ayudado mucho hasta llegar monitor de este arte marcial que también es una medicina alternativa además del atletismo con el que he conseguido unas buenas metas. Me gustaría poner mis conocimientos a disposición de esta asociación para que se pueda beneficiar quien lo desee.

Información general a la familia

La familia puede jugar  un papel fundamental en la evolución del enfermo mental. Por supuesto que debe de estar pendiente de las citas al psiquiatra y de que el enfermo tome correctamente los tratamientos. Pero su papel se extiende más allá de esto. Se trata de proporcionar al enfermo una comprensión que no le da la sociedad. Es muy importante que al enfermo lo rodee un buen ambiente. Que esté rodeado de buenas maneras, donde no existan las malas contestaciones, ni peleas, ni cosas por el estilo. Tened en cuenta que el enfermo es más sensible de lo normal para estas cosas, y sufrirá más que nadie. Tiene que rodearle una buena “educación”, de manera que no se le quite la razón por vicio, el enfermo muchas veces puede hablar otro “lenguaje”, más del “corazón” que de la “razón”, puede ser una persona más directa y vehemente en sus afirmaciones, pero es totalmente digno de ser escuchado como cualquier ser humano. Que sea enfermo no quiere decir que esté loco, ni equivocado, y muchas veces puede aportar valores y puntos de vista que bien merecerían ser tenidos muy en cuenta. Muchas veces lo que menos necesita un enfermo son consejos, sino comprensión, cariño y respeto.  Que es en definitiva lo que necesita cualquier ser humano. La familia nunca debe de pretender anular al enfermo, pues sería nefasto para todos, ya que el enfermo, a pesar de su enfermedad, es una persona autónoma en muchos sentidos… y muy capaz. El enfermo se da cuenta de todo, del que lo quiere y lo respeta y del que no, aunque a veces parezca que no se da cuenta. Es una persona extremadamente sensible, y en casos que se dan que hay personas sin alma que se ríen o burlan de un enfermo, pues en estos casos el enfermo sufre mucho porque se da cuenta, es realmente traumático. La persona enferma es una persona que generalmente lucha en su interior por levantar cabeza y esto es una cosa que hay que facilitarle. La familia tiene mucho que decir, y facilitarle el acceso a cursos, estudios, o cualquier trabajo u ocupación que el enfermo pueda llevar. Si no puede llevarlo, porque sea una persona muy afectada, siempre tener en cuenta, el cariño y el respeto, pues volvemos a decir que el enfermo es muy sensible a la falta de calor humano. Normalmente son personas que se han topado de cara con el sufrimiento, suele darse la enfermedad cuando la persona está en la flor de su vida, vida ésta que se le ha hecho trizas, por lo que hay que comprenderlo y ayudarlo a que solucione sus problemas y conflictos. Un enfermo no tiene por qué ser un problema, ni una razón para que la familia se entierre en vida. Antes bien la normalidad debe de reinar en la familia, los padres a sus trabajos, así como los hermanos, y siempre contando con el enfermo, no anularlo. La familia y el enfermo están moralmente obligadas a tener esperanza en la recuperación, tienen además ese derecho. No sólo a manos de la ciencia y de las medicinas, que también. Es que la vida da muchas vueltas y a veces la vida te da y te quita, te humilla y te levanta, y todo se consigue cuando se ponen los medios, el esfuerzo y la ilusión oportunos. Que nadie os quite vuestra esperanza, ni médicos ni nadie, pues hay muchos casos en los que la enfermedad evoluciona muy favorablemente, hasta el punto que el enfermo está en sano juicio, trabajando, muchas veces casado,… en definitiva, haciendo vida normal. Y esta esperanza es un derecho de la persona, ya que estamos hablando de personas, no de bichos raros. Al familia ha de ser paciente y comprensiva y pensar que algún día vendrán las respuestas y comprenderán que no hay mal que por bien no venga. Una preocupación muy legítima de unos padres es el qué va a ser de mi hijo cuando yo falte. A cada día le basta su afán, y el momento presente trata de sobrellevar y solucionar un “problema” que a veces es para muchos años, pero no para siempre. Que cada palo aguante su vela, y dejad al enfermo con su cruz… insistimos que los padres no se depriman ni se vengan abajo,… todo tiene solución y conocemos muchos casos de enfermos que les faltan los padres y son felices, pues estos problemas a veces se solucionan mejor sobre la marcha. No preocuparos por el mañana que el mañana traerá su inquietud, a cada día le basta su afán.