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Mi amigo se cree un loco pero es el más cuerdo

rafa cara

Toda persona ha empleado alguna vez en su lenguaje el término “loco”, algunas veces de manera inconsciente y sin darle importancia, de niños era normal decirle a alguien que estaba “chiflado” como expresión humorística que sólo quedaba ahí, no tenía ningún atisbo de maldad. Sin embargo, hasta hace años, existía un prejuicio entorno a cualquier persona que padecía alguna enfermedad mental, la falta de entendimiento de la sociedad llevaba a denominar “loco” a quien padeciese algún trastorno psicológico. Esta incultura del ignorante que juzga sin saber, está cambiando con el paso del tiempo, más aún en pleno siglo XXI cuando la sociedad actual vive tan deprisa que a veces no puede soportar el ritmo vertiginoso de vida al que está sometida, de ahí derivan muchos casos de estrés, ansiedad, depresión, etc.

En estas breves líneas quiero contar mi amistad con alguien que aprecio desde hace tiempo, ese amigo que ha formado parte de mí desde siempre, hemos crecido juntos y compartido la felicidad de la infancia, la adolescencia y la juventud, aunque también momentos duros. Nunca pensé que a mi lado estaba una persona con un problema mental, digo problema porque para mí no es un enfermo, es alguien al que admirar. Yo pensaba que una enfermedad mental era algo grave, ya el nombre de “enfermedad” retumbaba tanto en mis oídos que sólo imaginaba personas delirantes como reflejan algunas películas. Pobre de mí, ¡qué ciego estaba! Sin embargo mi amigo cayó en el error de no contarme su peculiar hándicap, él también tenía esa visión desinformada como le ocurría a parte de la sociedad, pensaba que algo raro sucedía en su mente y su miedo a decirlo le alargaba el sufrimiento, se creía un loco.

Durante un tiempo me sentí impotente de saber que él luchaba contra algo de lo que yo no tenía ni idea, hasta que un día conocí de lleno la verdad de amigo. Era la primera vez que mis ojos se abrieron y esa venda llena de prejuicios cayó por completo, supe con profundidad que luchar contra un problema mental es una batalla diaria, donde el reto pasa por realizar actividades cotidianas que resultan algo más costosas para una persona con “ese sobreesfuerzo” añadido; hecho que sinceramente, me hace valorarlo más y tratar de entender la superación constante junto a sus ansias de mejorar. Una persona que para mí no es un loco como él piensa, está más cuerdo que cualquier “listo” lleno de prejuicios porque aprecia la vida con una sensibilidad y unas ganas de vivir admirable, dando lecciones de superación a quienes le conocemos. Saber que su día a día es especial, me ayuda a apreciar los valores que desprende cuando lucha por alcanzar sus metas y lograr la mejor de sus hazañas: disfrutar de cada minuto como un regalo.

Por cierto, no te he contado quién es este amigo, te diré que puedes ser tú mismo, algún familiar, alguien que te cruces por la calle, algún vecino; en definitiva, el protagonista del que hablo puede ser quien menos pensamos y puede estar muy cerca nuestra. El mundo de hoy, está compuesto por personas que padecen enfermedades mentales de todo tipo, no sólo las más conocidas como la esquizofrenia o el trastorno bipolar, sino que fobias, ansiedades, depresiones son comunes entre quienes construyen la historia, sin entender de sexo, edad, clase social o profesión.

La solución pasa por afrontar la realidad con una mentalidad totalmente distinta, sabiendo que existen personas capaces de darnos una lección de humanidad y que durante años han sufrido ese estigma social tan desafortunado. El gran libro de la literatura española, Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, nos hizo ver la locura a través de un soñador que emprendió una aventura y fue capaz de seguir adelante sin perder la esperanza. Hoy valoramos dicha obra como un hito novelesco que sirve de referencia en todo el mundo porque rompe con los moldes establecidos.

Todos contamos con un amigo emprendiendo su camino de futuro, tenemos la responsabilidad de valorarlo por esa cordura a la hora de saber aceptar y vivir consciente de tener una dificultad diferente, sin olvidar que en su interior guardan mil virtudes de las cuales sentirse orgullosos.

 

Rafael Morales

MENTES MARAVILLOSAS

¿Quién es perfecto? Me pregunto mirándome. Nadie, pero nos lo creemos. Los demás son los imperfectos, los demás son los tarados, los demás son los colgados.

Pero, ¿quién de nosotros está libre de quedarse pegado como un pequeño insecto en la tela pegajosa de araña de la enfermedad? No somos sagrados ni invencibles. La vida, sabia como la que más, te pone en jaque cuando te despistas, cuando la sordera interna se agrava y viene con sus vaivenes a despertarnos.

¿Quién está libre del dolor? Me pregunto. Funcionamos como las piezas minúsculas de un reloj de pulsera. Engranaje mecánico que pone en marcha el camino a seguir. Basta que una pieza se rompa para que algo quede herido en el centro. No somos perfectos. Somos limitados, pero lo somos ante la creencia absurda y vanidosa de seres intocables.

El pasado mes de Mayo, escuchaba las palabras de Fernando Muñoz en el centro de congreso, fueron palabras que deberían haber sido escuchadas por muchos, palabras plenas de sabiduría que nos dejaron al descubierto. Palabras, que procedían de una mente maravillosa capaz de ver más allá, que nos hicieron sentir que muchos, considerados sanos y cuerdos, llevamos taras escondidas y prejuicios en una sociedad que estigmatiza a quienes son distintos de lo estipulado.

Es fácil decir que una tarea es admirable cuando el aplauso aún resuena y las luces de los escenarios aún dejan su rastro de luminiscencia. Es fácil dar la palmadita en la espalda y dejarse llevar por las adulaciones cuando llegan. Por ello, ciertamente, es más que loable la labor de “Amigos camino de futuro”, porque las luces se apagan, los aplausos se callan y ellos vuelven a su tarea de espacio igualitario para todos, a su batalla de aceptación serenada, a sus sombras y a su constante búsqueda de espacio.

Nos quejamos tanto, nos ponemos tantas trabas invisibles ante los retos, que cuando conoces a esta asociación y a las personas que la componen, una sombra de vergüenza interior te va tirando del dobladillo de la falda de la conciencia, como un niño pequeño que pide tu atención. Capaces de pedir en voz alta respeto merecido para los enfermos mentales. Respeto y defensa, “porque nosotros sí estamos sanos”. Capaces de mostrar sus talentos callados con esa manera tan singular de expresar el arte en sí mismo, unción pura de sensibilidad en su máxima expresión… Escaparate de valores a imitar por su valía ante la sociedad… Capaces de interrogarnos sin discursos ¿qué hay de diferente en ti o en mí?0

Nadie es perfecto, cierto, pero aprendamos de una vez, que en la imperfección está la belleza y la grandeza de cada hombre. Cada ser –como decía el verso- es una gota de rocío… Hallemos el camino, seamos ese futuro.

Olga María Palmero y Gamboa

TEXTO DE LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “FLORES DE MI JARDÍN”

 P. del Río, 29 May 2014

DEDICATORIA

Buenas tardes y un afectuoso saludo y el agradecimiento sincero a todos cuantos hoy habéis querido acompañarnos, especialmente a Antonio León Lillo, (que tan digna y amablemente representa hoy al ayuntamiento de Palma del Río), a Eloy Requena Ruiz, amable presentador de “Flores de mi Jardín”, y a Rafael Morales Cumplido, fantástico presentador, a su vez, del acto en su conjunto. También, de forma especial, un cariñoso saludo a los familiares de personas con enfermedad mental, los héroes silenciosos e incondicionales en el episodio, sin entreacto, de muchas familias del mundo entero, algunas de las cuales concurren hoy aquí, (entre ellos mis queridos padres).

El libro que se presenta hoy, al que Eloy ha dedicado palabras tan generosas de elogio (al igual que, inmerecidamente, a mi persona), es fruto de mi amor a las artes en general, como sabéis a la guitarra y a la pintura y el dibujo, pero también a recoger por escrito la riqueza de algunas intuiciones e impresiones de mi oración y de cuanto recibo y aprendo en -¡lo que os es bien patente!- esta gran debilidad mía de las relaciones humanas. Algunas de esas percepciones son instantáneas y fugaces; y queriendo asirlas y no olvidarlas, hace años que las recojo por escrito, en forma de frase breve, en lo que se viene en llamar sentencias, proverbios o adagios. Y desde el alto sentido de la comunicación que acompaña a las relaciones humanas, fui retocándolas desde el punto de vista de su mejor comprensión, vocablos más adecuados e, incluso, la mejor forma de redacción o –perdóneseme la pretensión- estilo literario, hasta poder ofrecerlas hoy a todos vosotros, mis amigos, compendiadas, bajo el título de “Flores de mi jardín”.

Su publicación ha sido posible gracias a la asociación Amigos Camino de Futuro, que entre sus objetivos tiene el de la promoción y el acompañamiento de las personas con enfermedad mental; razón por la que los ingresos que se obtengan con el libro serán dedicados íntegramente a beneficio de la asociación para financiar futuros proyectos. Esta es la segunda publicación auspiciada en su corta existencia, que yo –aprovecho la ocasión- para agradecer mucho a todos sus socios.

Es mi intención aprovechar la oportunidad que me brindáis con vuestra asistencia hoy a este acto para referirme a uno de los objetivos de Amigos Camino de Futuro. El ya citado de ayuda y acompañamiento de la persona con enfermedad mental; así como su integración social, laboral y afectiva; la promoción de su dignidad; colaboración mutua entre ellos; salidas y visitas de enfermos; actividades deportivas, de ocio y otras orientadas a los fines anteriores, etc. Pero también están entre sus fines la concienciación e información a la sociedad de la enfermedad mental y la necesidad de acabar con la exclusión social y el estigma de quienes la padecen, que es de lo que trataré hoy.

En la historia de la humanidad ha habido muchos grupos que han sido víctimas de exclusión, como judíos, gitanos, personas de raza negra, homosexuales, etc. En general se ha marginado a personas que la sociedad o grupo dominante ha considerado diferente.

Entre los citados hay un grupo que ha llamado mi atención porque ha cambiado radicalmente el grado de marginación que sufría. Es el de las personas homosexuales. Este grupo, de ser perseguido, encarcelado, maltratado y estigmatizado –y, desgraciadamente, en algunas dictaduras políticas y/o religiosas, todavía hoy, condenado a muerte- ha pasado a ser un grupo al que la sociedad y la ley ha comenzado a dejar de estigmatizar e, incluso, a reconocer derechos. Las personas homosexuales se han movilizado en masa en todo el mundo, siempre dispuestos a reivindicar sus derechos, no importa lo lejos que fuese, con comunicaciones, guitarras, pancartas, etc.

Si se quiere insultar a alguien se le puede decir “loco”, esquizofrénico”, “está mal de la cabeza”, etc. El enfermo mental y la persona con esquizofrenia paranoide y otras enfermedades similares tiene derecho a vivir en una sociedad que no le excluya. Debemos tomar conciencia de su importancia, saber que no estamos luchando solamente por nosotros mismos, por nuestro hijo, por nuestro hermano, por nuestro amigo, … sino que estamos luchando por miles de seres inocentes que, estadística y desgraciadamente, sufrirán enfermedad mental en años venideros.

No hace todavía muchos años, los niños apedreaban a los perros y se veía como algo normal. En determinado momento se alertó a la sociedad y se consiguió un cambio importante en su conciencia; de forma tal que hoy, se puede y se llama a las fuerzas de seguridad del estado o a la policía local ante cualquier caso de maltrato animal. Sin embargo, para las burlas y la marginación que sufren muchos grupos humanos, entre ellos, el que hoy hacemos defensa, el de las personas que padece enfermedad mental, no hay leyes protectoras. No hay normas que defiendan su dignidad. Pero todos los seres humanos, sin excepción, son acreedores a la dignidad, el respeto y la aceptación de los demás.

El hecho de que esto cambie depende de todos nosotros. Se trata de movilizar las conciencias, con la esperanza de que seamos tratados siempre con respeto. Mantenemos viva la esperanza de que en un futuro las personas vayan respondiendo, y todos tomemos conciencia de la necesidad del respeto y el derecho al honor de todo ser humano, no importa, su condición social, raza, religión,… y, en el caso que tratamos hoy, ¡no importa su falta de salud!

La persona con enfermedad mental con frecuencia se siente humillada y afectada, muy deteriorada y mermada en sus capacidades,… ¡Yo doy testimonio personal de que así ha sido y es, en distinto grado o intensidad, a lo largo de los años! Por eso, con fuerza y mucha fe en la persona humana, y muy especialmente en los amigos y familiares que hoy habéis querido acompañarnos, os queremos decir que nos tenéis que defender y justificar vosotros ¡vosotros, los sanos!, a los que deseamos que disfrutéis “cien años” de esa maravillosa salud.

Esta reivindicación es sin acritud. Los sanos contáis con la comprensión y –permitidnos que lo expresemos así- la plena “lucidez” de los enfermos mentales, pues hemos nacido en la misma sociedad; esto es, en una sociedad en la que resultaba o resulta “normal”, entre comillas, la discriminación a todo lo que es diferente o distinto a lo nuestro.

Somos ya muchos socios los que estamos en Amigos Camino de Futuro. Cuando hemos promovido alguna iniciativa a favor de la asociación habéis respondido. Y es que sois muchas las personas que nos apoyáis, directa o indirectamente. Muchos familiares y amigos de enfermos. Muchas las personas que nos dispensáis un afecto sincero, que buscáis darnos un apretón de manos, dedicarnos una sonrisa o establecer una conversación. Sois estas personas las que verdaderamente nos motiváis, nos ayudáis a seguir, nos alentáis y nos empujáis.

Es a estas personas a las que queremos dedicar nuestro encuentro de hoy. Amigos Camino de Futuro estamos profundamente agradecidos a muchas personas, no citando a ninguna para que no ocurriera que, por omisión involuntaria, quedara excluida alguna de ellas. No obstante, sí consideramos obligado y justo agradecer a José Antonio Ruiz Almenara, Alcalde Presidente de Palma del Río (tan bien representado esta tarde por Antonio León Lillo) su ayuda y el haber creído en todos nosotros, enfermos mentales, como auténtica persona, sin reducción ni exclusión alguna, y también por creer en nosotros como asociación. Dicho esto, he de afirmar con claridad y en alta voz, porque son muchos los enfermos y socios que me lo han pedido, que Amigos Camino de Futuro tiene, como principio, la voluntad firme de no adscribirse u orientarse a ninguna ideología política, así como ser fieles siempre a la solvencia moral que le conforma. También deseamos expresar nuestra gratitud a Eloy Requena Ruiz, la persona en quien puede esperar el mejor de los acompañamientos pensables todo el que necesite ayuda, consuelo y aliento, por habernos apoyado como Asociación; así como, en nombre propio, agradecerle yo el obsequio tan generoso de sus palabras en la entusiasta presentación que ha hecho del libro.

Y cómo no, dar muchas gracias a nuestro buen amigo Rafael Morales Cumplido, que graciablemente y con tanta profesionalidad ha querido hacer la presentación de esta velada.

Nuestra gratitud a todos los que nos ayudan, cada uno en sus posibilidades. A tantos familiares que, sin desfallecer, cuidan de sus enfermos. A tantos amigos que, lejos de abandonarnos, nos acompañan en nuestra enfermedad, en nuestras incongruencias, en nuestros límites. Y también la expresión sincera de cuánto nos conforta esa mayoría de la sociedad que nos quiere, nos acepta y nos valora.

Y muchas gracias a todos vosotros por vuestro acompañamiento y amistad y por vuestra presencia aquí esta tarde. Vosotros sois el signo de que las cosas van a cambiar.

El estigma de los enfermos mentales

En la historia de la humanidad han existido muchos grupos que han sido víctimas de exclusión. Grupos étnicos como judíos, gitanos, personas de raza negra, etc. En general se ha marginado a toda persona que la sociedad o grupo dominante ha considerado distinta, por un motivo u otro. Hemos de recordar el genocidio nazi, aunque la historia más antigua no deja de darnos ejemplos de lo que vengo a decir.

Pero hay un grupo que ha llamado mi atención pues ha pasado prácticamente de la marginación a ser honrados, intocables, en el mejor sentido de la expresión; este es el de los homosexuales. Sin entrar en debates de otro tipo, lo que vengo a decir es que han pasado de ser perseguidos, encarcelados, maltratados y estigmatizados a ser un grupo al que toda la sociedad los reconoce. Eso debería ser un ejemplo para nosotros, las personas con enfermedad mental pues en pleno siglo XXI. Si quieres insultar a alguien le puedes decir tranquilamente “loco”, esquizofrénico”, “enfermo mental”, etc, con la tranquilidad de que esa persona va a recibir tu insulto y se va a molestar. No sé si se me está entendiendo, tenemos derecho a vivir en una sociedad que no nos excluya, que no nos margine, que no nos estigmatice. Y debemos de tomar conciencia de la importancia de esto pues debemos de saber que no estamos luchando solamente por nosotros mismos, por nuestro amigo, por nuestro hijo, por nuestro hermano, o por quien nos toque de cerca con el problema, el caso es que estamos luchando por los que vendrán, por esos miles de inocentes que caerán enfermos detrás de nosotros, esos que quizás no hayan nacido todavía pero que en la flor de su vida enfermarán de alguna enfermedad mental, y a los cuales abandonará la pareja, los amigos, etc. En muchos casos será la propia familia la que se avergüence, el caso es que estamos luchando por un mundo mejor y de esto debemos de ser muy conscientes.

Antiguamente los niños apedreaban a los perros, y no pasaba nada, pues se veía como algo normal. El caso es que en un determinado momento histórico la sociedad se moviliza, se remueven conciencias y hoy, en este momento, se puede llamar perfectamente a la guardia civil ante cualquier caso de maltrato animal. Pero la verdad es que ante las burlas, la marginación y el desprecio que muchas personas que sufrimos de enfermedad mental padecemos, ante eso no hay leyes. No hay leyes que defiendan la dignidad de las personas a pesar de su no estar en su juicio, y es lo único que necesitamos los seres humanos, dignidad, respeto y calor humano, cosa de las que muchas veces se nos priva a los enfermos.

Volviendo al tema del grupo de homosexuales he de decir que este grupo se ha movilizado en masa. Si había una manifestación en Madrid iban todos. Con guitarras, pancartas, etc. El caso es que nosotros no hemos podido llenar un autobús. ¿No nos damos cuenta de la importancia que tiene el tema? ¿No nos damos cuenta de que el hecho de que la cosa cambie y mejore depende de nosotros?… pues bien, sólo quería decir estas palabras con la esperanza de movilizar en poco o en mucho las conciencias, a ver si poco a poco, somos tratados con el mismo cariño con que se trata a los perros. Espero que no os parezcan demasiado duras estas palabras, pues más dura es la realidad a la que se enfrentan a diario muchas personas con enfermedad mental. Agradecerles de corazón a todas las personas que han asistido al viaje, y decirle que mantenemos viva la esperanza de que en un futuro la gente vaya respondiendo, y vayamos tomando conciencia de la importancia del tema.

Fernando Muñoz Sánchez

Personas Especiales

APOYAR POSITIVAMENTE, NO COMPADECERSE.

En primer lugar, yo no me considero un enfermo mental; simplemente tuve un problema y ya es historia. Por lo que me niego a llamar a mis compañeros: enfermos mentales. Los llamaré personas especiales, primero porque son muy especiales para mí y segundo porque necesitan una atención especial.

Uno de los problemas que tenemos y hablo desde mi experiencia con mi propia familia. No es que no quieren ayudarnos, es que no saben cómo hacerlo de una manera efectiva.

A mí todavía hay algunos de mi familia que me tratan como un enfermo mental, aunque tenga la mente mucho más lúcida que ellos, sea más inteligente que ellos, mi expediente académico lo demuestra y esté mucho mejor físicamente que ellos, Sí, así pensaban y piensan algunos de mí; a José Antonio no se le puede decir esto porque está malo de los nervios, no puede hacer esto porque está malo de los nervios, hay que perdonarlo porque está malo de los nervios, hay que cuidarlo porque está malo de los nervios. Y el cerebro es tan obediente que se lo cree todo, y así de esa manera nunca hubiese podido hacer una maratón ni otros retos o metas de las que he sido capaz “porque estoy malo de los nervios”.

He tenido la inmensa suerte de encontrar un grupo de amigos con mucha cultura que me han dicho: ¿tú eres un enfermo mental? ¡Qué va, tú sólo has tenido un problema y ya lo has superado, tú no eres menos que nadie, tú eres muy capaz, tú eres un maquina!, y el cerebro que es muy obediente, empieza a funcionar positivamente, sube la autoestima que es lo que más necesitamos las personas especiales y en especial las depresivas. Y todo me funciona mejor.

En cuanto a la discriminación social, tengo que decir que sí, existe, pero los que nos discriminan, es por ignorancia y falta de cultura. Y muchas veces nos discriminamos nosotros mismos con nuestros pensamientos negativos antes de que suceda eso que tememos. ¿Cuántas veces nos hemos dicho, yo a esa reunión no voy porque como soy un enfermo mental, se van a reír de mí, y lo más probable es que no suceda pero, no vamos, y nos hemos discriminado nosotros, no ellos.

SI TE DOY UN PEZ, COMERÁS HOY, SI TE ENSEÑO A PESCAR, COMERÁS TODOS LOS DÍAS.

El cerebro humano es capaz de sintetizar todos los principios activos (capacidad curativa de un medicamento) que existen en la naturaleza, solo hay que buscar la manera de acceder a esa farmacia interna que todos poseemos. Esto es lo que se llama efecto placebo. Esa es la primera medicina a la que recurro, si esa me falla suelo recurrir a las medicinas alternativas o también llamadas naturales como: naturopatía, homeopatía, Yoga, Taichí etc. También recurro a la carrera de fondo para que una droga natural que producimos con el ejercicio físico llamada endorfinas me alivien mis depresiones, y el último recurso es: “la pastillita” o sea la medicina química por el numero de efectos secundarios adversos que tiene porque soy de los que piensan que a este sistema dominado por las empresas multinacionales farmacéuticas, les interesa tener muchos enfermos para que consuman muchas medicinas y así su lucrativo negocio seguirá incrementándose.

Como vicepresidente de la asociación y como la práctica del Taichí me ha ayudado mucho hasta llegar monitor de este arte marcial que también es una medicina alternativa además del atletismo con el que he conseguido unas buenas metas. Me gustaría poner mis conocimientos a disposición de esta asociación para que se pueda beneficiar quien lo desee.